Alrededor de 50 compañeros de ruta nos encontramos en Torrelavega la mañana del domingo para coger el bus contratado expresamente para subirnos a Cervera, a las 8:00 de la mañana las bicis ya estaban cargadas en las furgonetas y comenzaba la aventura.
Los Pupas, en la parte trasera del bus en compañía de Chelis, intentábamos hacer mas corto el viaje entre bromas y chistes (hay poca formalidad…). Tras una corta parada al baño y tomar un café, llegamos al parador de Cervera donde descargamos todas las bicis y lo necesario para la ruta.
Pese al mal tiempo de la noche anterior, la mañana parecía que habría y dejaba ver un cielo por fin azul y que no amenazaba lluvias.
Los primeros Km. de ruta por carretera para ir calentando motores pronto se tornaron en una pista de tierra bastante pisada y con poca complicación técnica. Poco a poco fuimos tomando altura y los paisajes comenzaban a ser algo “diferentes” a los que estamos acostumbrados.
Al llegar a la cima, continuamos cresteando durante varios kilómetros rodando por pistas de piedra suelta, y no tardamos en hacer la primera parada en el kilometro 15 aproximadamente en una de las muchas cabañas esparcidas por el monte, en un pequeño escampado donde el calor del sol se agradecía.
Tras un descanso, continuamos la ruta y no tardó en llegar el primero de los descensos de la jornada, una pista rápida de tierra que se combinaba con tramos de roca y repleta de badenes para el agua y pozas fáciles de esquivar, divertidísima,
esta bajada nos dejó en el valle de la cordillera que separa las tierras palentinas de Cantabria, es hay en medio de todas esa montañas de lo pequeño que eres y lo poco que conoces de la tierra que te rodea…
Son imágenes que se quedan grabadas en la mente y que las fotografías no son capaces de reproducir fielmente, ya que es una combinación de sonidos, luz, olores… algo indescriptible, que hace que te olvides de horas y obligaciones, simplemente pedaleas, miras y disfrutas…
Poco a poco recorrimos el valle atravesando pozas de barro y pequeñas trialeras, cruzábamos riachuelos de aguas cristalinas procedentes del deshielo y pasábamos entre las vacas autóctonas y enormes caballos, los habitantes de la zona.
En el Km. 25, aproximadamente la mitad de la ruta, paramos comer, se podía ver un buen ambiente de camaradería entre todos los integrantes de la excursión, bromas, risas fotos, este es el autentico espíritu de este deporte…
Reanudamos la ruta para empezar la última de las ascensiones de la jornada, y la verdad es que se hizo bastante dura, una pista de piedra muy suelta donde era muy difícil controlar la bici, de pendiente exigente, y si sumamos que acabábamos de comer pues…
Poco a poco fuimos llegando todos arriba, donde hicimos otra parada de reagrupamiento antes de iniciar el descenso final.
La primera parte de este, frenética, pista de tierra con losas sueltas, pista rápida y polvorienta donde el lado oscuro disfrutamos como nadie, al paso de los kilómetros esta pista se convirtió en una más ancha, de grijo suelto, bastante traicionera y peligrosa hasta llegar a la carretera, por la que continuamos descendiendo, 15km aprox. de bajada en total, para afrontar los últimos 8km de llaneo antes de llegar a Potes.
Aquí de nuevo al autobús para salir de nuevo dirección Torrelavega.
La verdad es que es bastante trasiego de autobuses y coches, pero las imágenes que te traes de recuerdo a casa tras realizar esta ruta merecen la pena sin duda alguna, si además tienes la suerte de contar con una compañía como la gente del Foro-Cantabria y los compañeros de los Pupas-mtb…
Aparte del buen tiempo, no tuvimos averías de importancia ni caídas aparatosas, (algún que otro rasguño), así que podría decirse que ha sido la “ruta perfecta”.
Desde aquí dar las gracias al organizador, Fran, y todos los compañeros de ruta, en especial a los que se dedican a sacar fotos del recorrido…
Hasta la próxima....
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