Desafiando a la naturaleza, Diego, José Manuel (la casona), Buholoco, Lautaro y Javitxu de los Pupas nos presentamos en Lierganes a las 9:00 de la mañana en el aparcamiento de la estacón de trenes, donde nos juntamos con el resto de los compañeros de ruta, Clemon, al que hacia tiempo que no veíamos, Delta (un placer conocerte, Josu, Charly de los Tojos, Serpa (Miguel) y los guías Flobato y Marta.
Al llegar, la lluvia no daba cuartel, refugiados en la furgo de Josu esperábamos la llegada de Flobato, la decisión estaba tomada, salíamos sí o sí, y el día finalmente nos dio tregua.
Aproximadamente a las 9:30, los 12 bikers tomábamos la salida. La foto de rigor en el puente de Lierganes y rumbo hacia Mirones.
Los primeros 2 Km. por carretera para calentar y enseguida nos desviamos a un sendero que discurre por la margen izquierda de la carretera, un estrecho sendero que a todos recordaba a la mítica ruta de los cañones del Ebro, y es que muchas veces nos alejamos de casa para disfrutar de ciertos terrenos sin saber que los tenemos al lado de casa.
Con la humedad las rocas y raíces de los árboles estaban bastante peligrosas y era difícil mantener la bicicleta dentro del sendero.
Seguimos el curso del río Miera y llegamos al Barrio de Angustina, desde aquí se divisa una gran formación rocosa, para acceder a ella tuvimos que cargar con las bicis por un sendero rocoso y accidentado.
Al llegar al alto, continuamos por otro estrecho sendero “algo” mas ciclable pero con una caída bastante peligrosa hacia el lado derecho. Lentamente avanzábamos esquivando ramas, pasando las húmedas rocas, unas en bici y otras andando, y soportando continuamente los arañazos de los escajos y zarzas del camino.
Por fin llegamos a Mirones donde hicimos la primera parada a comer, 1h de ruta y 8km recorridos, Josu llevaba medio culotte roto a causa de las zarzas (un poco más arriba y… ) y todos llevábamos nuestra ración de arañazos.
Tras una pequeña parada a comer comenzamos la durísima ascensión desde el barrio de la vega, unas primeras rampas de hormigón rayado donde unos montados y otros a pié avanzamos lentamente, poco después se amplió la pista dando paso a un piso de graba para terminar con otros 50mts de cemento con un porcentaje infernal.
De nuevo reagrupamiento para subir el último tramo en grupo y comenzar el primer descenso de la jornada, un corto camino con rocas pero poca dificultad técnica.
Al finalizar la bajada otra vez tocaba subir, esta vez por un sendero de barro donde costaba empujar las bicis para continuar por un empinado prado. En el alto, tras saltar un muro descendimos unos mts. y de nuevo un barrizal nos frenó la marcha, y continuamos por otro estrecho sendero más bien poco ciclable, algunos empeñados en ir montados y… claro, en una de esas el suelo desapareció bajo la rueda delantera de Javitxu y terminó con sus huesos en el suelo, sin consecuencias.
Otro corto tramo de descenso y de nuevo a subir, esta vez por una pista de tierra arcillosa donde las ruedas se pegaban haciendo dura cada pedalada.
Por fin llegamos a la ventuca, y de nuevo sendero a media ladera, aparentemente sin complicación técnica, hasta que Javitxu, de nuevo, frenó la marcha cayendo a un pequeño riachuelo quedando enganchado a los pedales automáticos ¡Menudo día!.
Entre bromas y risas llegamos al siguiente alto de la jornada, y por lo tanto, otro descenso, esta vez una trialera con escalones considerables y roca suelta de un km aproximadamente, donde la velocidad minina y la técnica eran la forma más segura de llegar abajo sobre la bici.
De nuevo nos reagrupamos y continuamos el descenso, aunque poco cambiaba el terreno, roca lisa y resbaladiza se combinaba con la tierra arcillosa, Marta tomó la iniciativa del descenso, y los demás intentábamos seguirla, ¡¡¡impresionante como baja!!!
Antes del último tramo de descenso, una nueva parada de reagrupamiento, donde Javitxu aprovecho para cambiar las pastillas de freno delanteras, este terreno las había fulminado.
Pasaban ya las 2 de la tarde, y tres de nuestros compañeros, Charly, Delta y Jose Manuel nos abandonaban, ya que se les hacia tarde, el resto tomamos un desvío a la derecha y continuamos por una pista similar, pero que poco a poco iba tomando inclinación hasta hacernos subir andando a todos durante varios kilómetros.
Por fin llegamos al alto, un pico desde donde podíamos ver la bahía de Santander y todos lo valles colindantes.
De aquí comenzamos el descenso unos metros por prado entrando después a un pinar y desembocando en una larga trialera, la última parte del descenso era mortal, un barrizal lleno de hoyos y pedruscos por todas partes donde las trazadas en ciertos puntos eran imposibles hasta llegar a una lechería, la cual atravesamos y continuamos la ruta por carretera y un tramo final de sendero que nos dejaría en Rucandio.
Clemon y Serpa decidieron que ya tenían suficiente e iniciaron el regreso a Lierganes, aproximadamente a las 3 de la tarde.
El resto iniciamos la ultima parte del recorrido, otra dura ascensión con una primera parte de carretera y de nuevo hormigón hasta una cabaña a los pies de las “tetas” de Lierganes, dos formaciones rocosas similares en forma y tamaño que separan el valle en el nos encontrábamos de Lierganes.
De la cabaña un estrecho sendero impracticable incluso a pié donde nos toco de nuevo caminar. Pasando por barrizales y zarzales con más pena que gloria conseguimos llegar al final de la subida, y comenzamos la ultima de las bajadas del día, primero por sendero y la parte final repleta de losas de piedra que gracias a dios se habían secado y nos dejaron disfrutar de la velocidad hasta llegar de nuevo a Rucandio.
Aquí comenzamos el regreso a Lierganes por un sendero muy húmedo, y es que parecía que no se terminaba nunca, para terminar un par de kilómetros de pista lisa hasta la estación de Lierganes donde teníamos los coches a las 4:15 de la tarde.
Los 7 supervivientes, nos cambiamos de ropa y disfrutamos de un buen chocolate en Lierganes que tenemos que agradecer a Diego.
Ha sido una ruta durísima, de las que te pone a prueba física y psicológicamente, pero con buena compañía los momentos duros se hacen más llevaderos…
Un placer compartir esta ruta con todos vosotros…
Nos vemos en la próxima.
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